jueves, 5 de enero de 2012

FELIZ DIA DE REYES!!!

FELIZ DIA DE REYES!!! :)

Dos comentarios preciosos para mañana y el Domingo:

... el día de Reyes  es el día de los BUSCADORES de Dios, de aquellos que lo dejan todo (seguridades, tierras, familia…) para ir al ENCUENTRO de Dios mismo. Los Magos son precisamente el símbolo de todos los que buscan y que "han visto su estrella". Y… ¡cómo no!, le ENCUENTRAN, aunque tenga una apariencia pobre, la de un indefenso niño.
El domingo con la fiesta del BAUTISMO DEL SEÑOR terminan los días de la Navidad; es el fin de una vida silenciosa en Nazaret y el inicio de su vida pública. Jesús acudió al río Jordán donde Juan bautizaba.
Bello e intenso mensaje el de este día. Podemos encontrarnos en ese grupo de los que se acercan a Belén. ¡Podría cambiar nuestra vida!
Estos días de Navidad hemos contemplado al "Dios-con-nosotros". Ésta es nuestra garantía y nuestra seguridad. Esto hemos celebrado: DIOS CAMINA CON NOSOTROS. ¡Estupendo todo lo vivido!

En este domingo, y para terminar este tiempo de la Navidad, es DIOS MISMO el que nos va a presentar a este Jesús"Éste es mi Hijo, el amado; escuchadlo". Es, pues, una invitación a ACOGERLE, a ESCUCHARLE, porque es el único que sabe el camino hacia Dios. ¡Casi nada! ¡No podemos desaprovechar la oportunidad! 
Jorge Juan Galán Gutiérrez
Hermanas Hospitalarias
www.hermanashospitalarias.org
EL ESPÍRITU DE JESÚS
Jesús apareció en Galilea cuando el pueblo judío vivía una profunda crisis religiosa. Llevaban mucho tiempo sintiendo la lejanía de Dios. Los cielos estaban "cerrados". Una especie de muro invisible parecía impedir la comunicación de Dios con su pueblo. Nadie era capaz de escuchar su voz. Ya no había profetas. Nadie hablaba impulsado por su Espíritu.
Lo más duro era esa sensación de que Dios los había olvidado. Ya no le preocupaban los problemas de Israel. ¿Por qué permanecía oculto? ¿Por qué estaba tan lejos? Seguramente muchos recordaban la ardiente oración de un antiguo profeta que rezaba así a Dios: "Ojalá rasgaras el cielo y bajases".
Los primeros que escucharon el evangelio de Marcos tuvieron que quedar sorprendidos. Según su relato, al salir de las aguas del Jordán, después de ser bautizado, Jesús «vio rasgarse el cielo» y experimentó que «el Espíritu de Dios bajaba sobre él». Por fin era posible el encuentro con Dios. Sobre la tierra caminaba un hombre lleno del Espíritu de Dios. Se llamaba Jesús y venía de Nazaret.
Ese Espíritu que desciende sobre él es el aliento de Dios que crea la vida, la fuerza que renueva y cura a los vivientes, el amor que lo transforma todo. Por eso Jesús se dedica a liberar la vida, a curarla y hacerla más humana. Los primeros cristianos no quisieron ser confundidos con los discípulos del Bautista. Ellos se sentían bautizados por Jesús con su Espíritu.
Sin ese Espíritu todo se apaga en el cristianismo. La confianza en Dios desaparece. La fe se debilita. Jesús queda reducido a un personaje del pasado, el Evangelio se convierte en letra muerta. El amor se enfría y la Iglesia no pasa de ser una institución religiosa más.
Sin el Espíritu de Jesús, la libertad se ahoga, la alegría se apaga, la celebración se convierte en costumbre, la comunión se resquebraja. Sin el Espíritu la misión se olvida, la esperanza muere, los miedos crecen, el seguimiento a Jesús termina en mediocridad religiosa.
Nuestro mayor problema es el olvido de Jesús y el descuido de su Espíritu. Es un error pretender lograr con organización, trabajo, devociones o estrategias diversas lo que solo puede nacer del Espíritu. Hemos de volver a la raíz, recuperar el Evangelio en toda su frescura y verdad, bautizarnos con el Espíritu de Jesús:
No nos hemos de engañar. Si no nos dejamos reavivar y recrear por ese Espíritu, los cristianos no tenemos nada importante que aportar a la sociedad actual tan vacía de interioridad, tan incapacitada para el amor solidario y tan necesitada de esperanza.
      José Antonio Pagola

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