domingo, 22 de junio de 2014

"no sólo vive el hombre de pan, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios "

"no sólo vive el hombre de pan, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios " (del Deuteronomio)
Uno de los ídolos de nuestra civilización es el “self-made-man”: el hombre que se ha hecho a sí mismo, y que de nadie depende porque a nadie debe nada… El conserje de una sucursal bancaria que ha llegado a ser dueño del Banco; el repartidor de periódicos que alcanza la presidencia de los Estados Unidos… Nuestra generación contempla, en esos modelos, cómo cualquier dificultad puede ser superada por la fortaleza humana, y así sueña al superhombre. Es una lástima que tan bello sueño quede reventado, como una pompa de jabón, por el insignificante alfiler de la muerte. Frente a su guadaña, superhombres y frágil-hombres no somos sino unos niños desnudos e indefensos… ¡Qué humillación!
El niño es el contrapunto del superhombre: no puede ni siquiera alimentarse a sí mismo, porque necesita unas manos que le den de comer. No puede ser asumir el protagonismo de su existencia, porque apenas pasa de ser un precioso bulto receptivo. Se duerme, cuando crece, en el sueño del superhombre. Y, poco antes de morir, despierta anciano y desvalido para volver a ser lo que era: un niño a quien otros alimentan. Han pasado setenta, ochenta años de sueño, y al cabo de ellos se da cuenta de que aún tienen que cambiarle los pañales.

“No te olvides del Señor, tu Dios, (…) que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres”… La grandeza de estas palabras, que es la misma grandeza de la Eucaristía, es que están escritas para niños...  El superhombre no entiende esas palabras ... No las entiende porque cree que puede salvarse a sí mismo y pasar, de “self-made-man”, a “self-saved-man”… 

 (http://oracionyliturgia.archimadrid.org/2014/06/22/un-dios-que-alimenta-a-sus-pequenos-3/)


No hay comentarios:

Publicar un comentario