jueves, 31 de enero de 2013


Salvador Gil: «Urge en nuestra Iglesia de Málaga encontrar cauces nuevos para evangelizar»

Salvador Gil: «Urge en nuestra Iglesia de Málaga encontrar cauces nuevos para evangelizar»«Si se presenta a Cristo en toda su plenitud, aquellos que no lo conocen o no lo viven pueden llegar a descubrir la alegría profunda de la fe y del Evangelio», afirma Salvador Gil (Ronda, 1975), sacerdote diocesano que acaba de defender con éxito su tesis doctoral sobre "La Cristología en las constituciones del Vaticano II". Tras cuatro años de formación en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, vuelve para trabajar en la Delegación de Infancia y Juventud, entre otras tareas pastorales

Encarni Llamas - 30/10/2012. 628 vistas.
 –Cuatro años en Roma, ¿cuál ha sido su experiencia?
–Llegué a Roma en septiembre de 2008 para hacer la licenciatura en Teología dogmática y desde  2010 he estado haciendo la tesis. La experiencia ha sido muy enriquecedora ya que Roma te ofrece muchas posibilidades en el ámbito académico, eclesial, espiritual y pastoral.
–En el Año de la fe, cuando celebramos los 50 años del inicio del Concilio Vaticano II, lo ha elegido como tema de su tesis.
–Podríamos decir que el tema surge de forma providencial. Queriendo reflexionar sobre la cristología, se planteó la posibilidad de estudiar en los documentos del Vaticano II el misterio de Cristo. Se trataba de descubrir y poner de relieve una idea muy sencilla y profunda a la vez: la primacía y la centralidad que tiene Cristo en el Concilio. Se acotó el estudio en las cuatro Constituciones porque son los documentos más importantes. De suerte, vino después, por parte del papa Benedicto XVI la Carta apostólica  Porta fidei, para celebrar la conmemoración de los 50 años del inicio del Vaticano II. El tema, siendo de gran actualidad, tiene en este momento mayor interés eclesial.
–¿Por qué eligió este tema?
En primer lugar porque me parecía interesante y enriquecedor un acercamiento de nuevo a la cristología después de algunos años de tarea pastoral como cura. Reflexionar sobre Cristo ayuda a conocerle más y a adentrarnos en su insondable misterio. Lo sabemos bien, el cristianismo no es una idea o un concepto, sino una Persona, Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. Mi idea era poder estudiarlo más a fondo para poder ayudar a la gente a encontrarse con Él. En segundo lugar, me parecía que el Vaticano II, no siendo propiamente un concilio cristológico, está todo él cargado de cristología.
–Una tesis en total sintonía con la nueva evangelización en la que está embarcada la Iglesia, pues va al centro de nuestra fe: Cristo.
–Efectivamente. En estos días la Iglesia está empeñada en el Sínodo «La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana». También urge en nuestra Iglesia de Málaga encontrar cauces nuevos para llegar a muchas personas que han perdido la fe o simplemente no la viven. Vivir a Cristo como el centro de nuestra vida ayuda, sin duda, a convertirnos en nuevos evangelizadores. Por otro lado, si se presenta a Cristo en toda su plenitud, aquellos que no lo viven o no lo conocen pueden llegar a descubrir la alegría profunda de la fe y del Evangelio. En el mensaje que anunciamos es importante, no solo vivir el encuentro con el Señor sino presentarlo de manera novedosa para que Cristo pueda ser conocido y creído.
–Es difícil resumir en unas líneas tantos años de trabajo, ¿con qué idea clave de su tesis doctoral nos dejaría a los lectores de la revista diocesana?
–La idea clave de la tesis está en descubrir el protagonismo y la primacía de Cristo. La Iglesia debe orientarse hacia Cristo para anunciar al hombre de hoy que Él es la salvación. Cristo es el mediador y la plenitud de la revelación. Con su luz resplandece en la Iglesia y en la liturgia e ilumina las aspiraciones y los deseos profundos del hombre de nuestros días. Cristo es la luz de los pueblos y de la Iglesia. Es la respuesta que hemos de proponer a todos.
–En este Año de la fe se nos invita, de forma especial, a leer y profundizar en los documentos del Concilio Vaticano II. Ha sido su libro de cabecera durante la tesis, ¿nos da alguna recomendación?
–Tanto como de “cabecera”, no. Pero sí que ha sido el instrumento de trabajo y estudio en estos últimos años. Invitaría a los lectores a volver al Concilio, esto es, a sus documentos, de modo especial a las cuatro constituciones para leerlas, estudiarlas y conocerlas. El Concilio Vaticano II, a los 50 años de su inauguración, quizás aún es el gran desconocido.
–¿Qué supone para usted concluir este proceso formativo?
–Supone y deseo que siga suponiendo un esfuerzo personal por intentar acercarme cada día a la teología con humildad. La formación debe ser integral y aquí he intentando que el estudio y la reflexión repercutan en mi vida sacerdotal y, especialmente, en lo que será mi futuro pastoral. Espero que la tesis sea el comienzo de un largo camino que me ayude a seguir reflexionando para servir cada día con mayor ilusión y entrega a nuestra diócesis.
–Concluye este proceso formativo y regresa a su trabajo pastoral en la Diócesis, donde tiene asignada una tarea concreta, ¿cómo se plantea su regreso?
–Aunque ya tengo designado trabajo pastoral, todavía no me he planteado con calma qué me espera ni cómo lo haré, pero tengo ganas e ilusión por volver al “tajo” de la pastoral. El tema de infancia y juventud es una cuestión tan importante que nos afecta a todos. Un servidor hará lo que pueda.
  
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