miércoles, 7 de noviembre de 2012


Mirad qué comentario más bonito al Evangelio de hoy, me recuerda mucho a ese momento de Cursillos en el que decimos aquello de "TE QUEREMOS Y TE ACEPTAMOS COMO ERES":

COMENTARIO:
Quien no se ha sentido aceptado tal y como es, en algún momento de su vida, no puede entender este fragmento del Evangelio de Lucas. Por algo a Lucas le llaman el evangelista de la misericordia.
De todo lo que se podría comentar hoy, me quiero fijar en un primer aspecto: vivir sin prejuicios. Nosotros también nos volvemos a veces fariseos, o sea, que somos intolerantes en nombre de la lógica, de lo que se ha hecho siempre y de lo que nos parece que debe ser así. Y a veces somos publicanos, o sea, nos creemos justos y nos permitimos juzgar a los demás. Nuestras propias ideas, nuestras concepciones nos impiden ver las cosas con los ojos de Dios. Quitarnos las propias gafas, y ponernos las gafas de Dios, para verlo todo como Él lo ve, es el primer paso para sentir la misericordia divina. ¿Juzgo a los demás o los comprendo? ¿Acepto las críticas o solamente me gusta criticar? ¿Creo que la gente puede cambiar? ¿Creo que yo puedo ser mejor?
Un segundo comentario. Alegrarse y compartir. Sentir la misericordia divina es motivo de alegría, da sentido a la vida y nos permite mirar al mundo de otra manera. Por eso hay que compartirlo con los demás. No podemos guardarnos para nosotros la felicidad de saber que podemos comenzar de nuevo el camino, porque Él ha borrado nuestros pecados y nos permite de nuevo escribir en la página en blanco de nuestra vida. Un cuento de Anthony de Mello nos puede ayudar.
Durante años fui un neurótico. Era un ser angustiado, deprimido y egoísta. Y todo el mundo insistía en decirme que cambiara. Y no dejaban de recordarme lo neurótico que yo era. Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba cambiar, pero no acababa de conseguirlo por mucho que lo intentara.
Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que yo estaba. Y también insistía en la necesidad de que yo cambiara. Y también con él estaba de acuerdo, y no podía sentirme ofendido con él. De manera que me sentía impotente y como atrapado.
Pero un día me dijo: «No cambies. Sigue siendo tal como eres. En realidad no importa que cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte». Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música: «No cambies. No cambies. No cambies... Te quiero...».
Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y, ¡Oh, maravilla!, cambié. (Anthony de Mello; No cambies)

Comentarios realizados por: José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)

Y la Lectura de San Pablo es genial:

PRIMERA LECTURA
Lo que para mí era ganancia lo consideré pérdida comparado con Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Fílipenses 3, 3-8a
Los circuncisos somos nosotros, que damos culto con el Espíritu de Dios, y que ponemos nuestra gloria en Cristo Jesús, sin confiar en la carne. Aunque, lo que es yo, ciertamente tendría motivos para confiar en la carne, y si algún otro piensa que puede hacerlo, yo mucho más, circuncidado a los ocho días de nacer, israelita de nación, de la tribu de Benjamín, hebreo por los cuatro costados y, por lo que toca a la ley, fariseo; si se trata de intransigencia, fui perseguidor de la Iglesia, si de ser justo por la ley, era irreprochable.
Sin embargo, todo eso que para mí era ganancia lo consideré pérdida comparado con Cristo; más aún, todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo.

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